La playa.

Ahora mismo estoy sentada bajo mi sombrilla amarilla. Sí, lo habéis adivinado, estoy en la playa.

Miro a la gente a mi alrededor. Unos leen, pocos. Otros conversan, no mucho. Algunos toman un aperitivo mientras miran el móvil, las RRSS los tienen atrapados. Otros se tuestan al sol bocarriba y bocabajo.

Pero los niños son los protagonistas del lugar. Los que están en el agua disfrutan de las olas y del baño. Unos llevan colchonetas y otros juegan con las palas o hacen la croqueta en la arena. Después están los que lloran por todo y los que pisan los castillos de los demás. Son niños, dicen algunos, sí, pero…

Sigo observando y escuchando el mar mientras mis pies juguetean con la arena caliente y sigo con mi lectura.

Crónica de una ilusión.

El finde pasado fue muy especial para mí. Ésta es su crónica.

«Me apoltrono en el sofá, preparada para ver la final. Sé que voy a sufrir, ser del Valencia es lo que tiene. Empieza el partido. No duro ni dos minutos sentada, me levanto, me quejo, estoy nerviosa. Hace 11 años de la última final, demasiado tiempo.

Es el año del centenario, queremos un título, la Copa tiene que ser nuestra.

Minuto 22, marca Gameiro. La cosa se pone bien, lo celebro dando un salto, aunque me contengo porque tengo a mi hijo a mi lado que es del Barça.

Minuto 33, marca Rodrigo. Se roza la victoria, aunque queda mucho para el minuto 90.

Aprovecho el descanso para picar algo, pero estoy desganada.

Se reanuda el encuentro. El Barcelona está tocado, pero no hundido. Y en el minuto 73 aparece Messi haciendo de las suyas.

20 minutos de sufrimiento son demasiados. Ya no me siento, permanezco de pie. No me quedan uñas. Agónico final y Guedes falla con la portería vacía. ¡No me lo puedo creer! ¡Árbitro, pita ya! Grito fuerte, como si fuera a oírme.

 

Por fin el pitido final da paso a una explosión brutal de satisfacción. Y la copa gritó ¡AMUNT!»

Y así, el Valencia se proclamó campeón de una Copa con corazón centenario.

 

Ser del Valencia CF es mucho más que ser de un club de fútbol. Es una historia y un legado. Un sentimiento. El orgullo de formar parte de la mejor afición del mundo.

 

LA COPA ÉS NOSTRA. AMUNT VALÈNCIA!!!

¿Y tú por qué lees?

Hay muchas respuestas para esta pregunta y todas son verdaderas. Leemos para huir de la realidad, para vivir otras vidas, para pasarlo bien, para aprender, para soñar, para gozar… Leer es un placer singular e implica vivir experiencias.

La lectura supone la posibilidad de realizar viajes que conducen nuestra imaginación a través de mundos insospechados. Nos permite poner en funcionamiento los cinco sentidos y toda nuestra alma.

Un libro nos da la posibilidad de ser lo que deseamos en el mismo instante y sentir aquello en lo que estamos inmersos. Nos hace grandes. Sin mirar atrás y olvidando dónde estamos, hace que nos embarquemos entre las páginas de un crucero de papel.

Hay tal diversidad de temas que no hay libro que no se pueda explorar. Cuando no sepas que ponerte, ponte a leer.

http://www.youtube.com/watch?v=148eG4U8skE

 

 

Valencia en fallas.

 

Huele a pólvora. La ciudad despierta con el sonido atronador de los «masclets».

 

La mejor forma de empezar el día después de la «despertà», es practicar la cultura del almuerzo, aquí es sagrado. Una vez llenado el depósito, empieza la aventura, con mucha calma y buen calzado, hay mucho que patear.

Se puede visitar alguna falla del centro, pero poca cosa, porque interesa coger buen sitio para disfrutar de «la mascletà». Dura aproximadamente unos diez minutos, pero ¡qué diez minutos! A algunos, sobre todo los que no están acostumbrados, les saca los sudores, y a los apasionados, hasta las lágrimas. No se puede describir con palabras, hay que vivirlo. Ese ruido ensordecedor es indescriptible.

Seguidamente, se empieza a recorrer la ciudad para ver sus monumentos falleros, artísticos, satíricos y de grandes dimensiones. Ninguno se salva de la «cremà». El sonido de los petardos no cesa. Las calles se engalanan con sus trajes típicos llenos de colores, las flores cubren el manto de la virgen y la música, imprescindible, sin ella no habría fiesta.

 

Ya es de noche, pero el jolgorio no para, las calles siguen repletas de gente, quieren más diversión. Los castillos de fuegos artificiales en el viejo cauce del río Turia son fabulosos, están llenos de magia, destellos y vivas tonalidades.

 

Y para terminar el día, es necesario tomar chocolate con buñuelos en Santa Catalina.

http://www.youtube.com/watch?v=4E20XZ7iyRM

 

 

 

 

Orgullosa de ser mujer.

Por suerte o por desgracia, nací mujer. Estoy orgullosa de serlo, pero reconozco que a veces es complicado en esta sociedad que vivimos. Decían de nosotras que éramos «el sexo débil», todavía hay gente que lo piensa, pobres ignorantes.

Ser mujer es indescriptible, pero al mismo tiempo es bello y delicado. Tiene unas ventajas incalculables, porque estamos llenas de bondad, inspiración e inteligencia, además somos únicas, diferentes y originales, proporcionamos alegría y amor a los demás y avanzamos diariamente para hacer de este mundo un lugar mejor para vivir.

 

Para mí, todos los días son 8 de marzo. ¡Feliz día!